Información adicional
Formato | Rústica |
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Número de páginas | 96 |
12,00€
Te encuentras solo en una habitación, leyendo sus poemas. No sucede nada, nada raro, pero de pronto, digamos hacia la página 17 o 18, oyes un suspiro –recuerda: no hay nadie contigo, nadie más–. O una palabra susurrada: alguien. No te alarmas, pero creías que estabas solo. Es posible que no. La sensación es como lo que Freud solía llamar unheimlich, lo que nos sobrecoge.
Ese es el efecto de los poemas de Emily Fragos. Al igual que su creadora, los lectores están acompañados, aunque en un sentido profundo no lo sepan. No resulta desagradable ser escoltado, atendido e incluido de este modo, pero no lo esperábamos. Y como Robert Frost solía decir: “si el escritor no se sorprende, el lector no se sorprende”.
Formato | Rústica |
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Número de páginas | 96 |