Descripción
Lola Gutiérrez no es una estrella fugaz, ni una figura celeste que esté dispuesta a pasar rápida por el firmamento de las letras. Todo indica que ha venido para quedarse. La última prueba la tenemos con estos Efectos personales que le publica la editorial MurciaLibro dentro de su colección Soportales. Se trata de un ramillete de textos de muy variada condición, que oscilan entre el minicuento, el artículo de opinión y el apunte de costumbres, y en los que Lola se decanta en cada caso por uno de los senderos… o por la mezcla. Y lo hace con un lenguaje lleno de humor y de sencillez, que llamará la atención de un buen número de lectores.
En estas páginas nos encontramos con un abanico temático amplísimo: ensoñaciones eclesiásticas, llenas de nombres visigodos y giros argumentales curiosos (“¿Dónde leemos?”); explicaciones de cómo la mala fortuna puede presentarse en las mil zarandajas de la vida cotidiana (“Nunca jamás”); relatos donde los sueños sirven como advertencia para prevenir las miasmas del futuro (“Recomenzar”); historias que podrían servir como germen para una novela, en un futuro inmediato (“La dama”); hermosos cantos de esperanza, que Lola nos deja ante los ojos con perfecta naturalidad dulce (“Cuéntame un cuento”); episodios oníricos donde se nos ofrecen situaciones tan deseadas como efímeras (“El hombre de mis sueños”); tristes detalles de una enfermedad (“Viaje a ninguna parte”); rememoraciones de algunos momentos de la infancia (“Mi primera vez”)… Y, sobre todo, grandes dosis de sentido del humor, que se manifiestan en giros sintácticos, palabras sabiamente escogidas y explicaciones que nos instalan una sonrisa en el rostro (por ejemplo, cuando contempla una corona funeraria y no se resiste a anotar: “¿Por qué le llamarán a eso coronas? Se supone que una corona va encima de la cabeza, y esos arreglos florales más que coronas parecen salvavidas. Pero, claro, a ver cómo le mandas a un muerto un salvavidas”, p.27).
Lo mejor de Lola es que se advierte en sus líneas que ella no pontifica, sino que habla, que se dirige a sus lectores con un lenguaje próximo, con unos argumentos sencillos y con personajes cotidianos, a los que nos podríamos encontrar en la calle, en la barra del bar, en la orilla de la playa, en un banco del parque… o en nuestro espejo del cuarto baño. Así es su estilo literario, así es su concepto de la literatura, y les aseguro que obtiene con esas premisas unos resultados sumamente eficaces.
RUBÉN CASTILLO GALLEGO
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